Antonia La Negra
Cuenta La Lole: “Mi madre cantaba desde
chiquitilla; mi abuela la ponía a cantar en las ferias cuando yo tenía doce
años. Mi tia Adina y mi madre introdujeron el árabe en el flamenco”. Antonia
Rodríguez Moreno La Negra, hija de Joaquín y Luisa (del padre tomó el
cante y de su madre el baile), nació en Orán, Argelia, en 1936; su progenitor,
trianero y cantaor aficionado, era vendedor de telas y fue a instalarse en el
país africano. “Mi padre -cuenta la extraordinaria cantaora-, mi único maestro,
se levantaba muy temprano y ya estaba cantando hasta las diez de la mañana que
se iba al mercado”. Cuando Antonia tenía quince años escuchó cantar a Pastora
Pavón en Casablanca, curiosamente Juan Montoya actuaba con ella. Nunca estuvo
de fiesta con artistas punteros, salvo una ocasión en que le cantó a Caracol. Y
es en Casablanca donde se presentó ante el público en un teatro.
Con dieciséis años los aires del cante le
llevan a Triana donde contraerá matrimonio con su primo, el bailaor Juan
Montoya viviendo, primero, en la calle Evangelista y, luego, en el Tardón.
Resultado: seis niñas, todas cantan y bailan. De casada siempre se dedicó a su
hogar, sólo cantaba en la intimidad familiar. Se dará a conocer cuando se forma
el grupo “Familia Montoya”, a principios de los ochenta; su hija Lole le
empuja a cantar y a convertirse en el alma del grupo demostrando poseer una de
las voces más personales por su particular rajo gitano. Por estos réditos
naturales Cristina Hoyos la elige para que le cantara en la película “Tarantos
y Montoyas”, pero Antonia no se decide y rechaza la oferta. Y continuó cantando
de forma intermitente apareciendo como artista profesional con sus particulares
bulerías sin más acompañamiento que la guitarra y las palmas.
La Negra es la cantaora elegida por
bailaores y bailaoras cuando quieren representar la pureza, las raíces, la
verdad desnuda del cante en aquellos espectáculos de esencia gitana como
“Macama Jonda” con Enrique Morente en 1976. Y una de estas estrellas del baile
es su paisana Manuela Carrasco, a la que ha acompañado en varias de sus giras.
Por las características de su garganta que tanto se ha alabado formó en el
grupo que participó en “El flamenco y el son cubano”, ciclo organizado por la
Diputación el verano de 1996.
Antonia La Negra no ha tenido una vida
fácil, tal vez el cante la ha liberado y la libera de las sombras de los días
aciagos. En el año 2010, el 12 de abril, se le dedicó un oportuno y merecido
homenaje en el Teatro Lope de Vega, organizado por los hermanos Cadaval (Los
Morancos de Triana), en el que participó un generoso plantel de artistas, entre
los que estaban los miembros de su familia con Miguel Poveda, Niña Pastori,
El Lebrijano y Moraito. En la Navidad del 2011 anunció las fiestas de
Pascua con su familia en la “Primera Poleá Flamenca de Triana”. Añadimos que
fue nombrada Trianera Adoptiva durante la Velá de Santa Ana de 2012. Este mismo
año actúa, voz a voz, con su hija menor, Angelita Montoya, en el llamado
Espacio Santa Clara y dentro del programa de la Bienal; la guitarra fue de Paco
Iglesias.
Antonia, una estrella que canta y baila
como sus hijas, no pierde la oportunidad de unir su hermosa ranciedad a la
madurez y frescura de ellas y su nieta, tres voces de la misma sangre, pero la
suya tiene un matiz inalcanzable.
Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)"
Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)"
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