jueves, 17 de julio de 2014

EL DEDO DE RODRIGO


Antonia La Negra


         Cuenta La Lole: “Mi madre cantaba desde chiquitilla; mi abuela la ponía a cantar en las ferias cuando yo tenía doce años. Mi tia Adina y mi madre introdujeron el árabe en el flamenco”. Antonia Rodríguez Moreno La Negra, hija de Joaquín y Luisa (del padre tomó el cante y de su madre el baile), nació en Orán, Argelia, en 1936; su progenitor, trianero y cantaor aficionado, era vendedor de telas y fue a instalarse en el país africano. “Mi padre -cuenta la extraordinaria cantaora-, mi único maestro, se levantaba muy temprano y ya estaba cantando hasta las diez de la mañana que se iba al mercado”. Cuando Antonia tenía quince años escuchó cantar a Pastora Pavón en Casablanca, curiosamente Juan Montoya actuaba con ella. Nunca estuvo de fiesta con artistas punteros, salvo una ocasión en que le cantó a Caracol. Y es en Casablanca donde se presentó ante el público en un teatro.

         Con dieciséis años los aires del cante le llevan a Triana donde contraerá matrimonio con su primo, el bailaor Juan Montoya viviendo, primero, en la calle Evangelista y, luego, en el Tardón. Resultado: seis niñas, todas cantan y bailan. De casada siempre se dedicó a su hogar, sólo cantaba en la intimidad familiar. Se dará a conocer cuando se forma el grupo “Familia Montoya”, a principios de los ochenta; su hija Lole le empuja a cantar y a convertirse en el alma del grupo demostrando poseer una de las voces más personales por su particular rajo gitano. Por estos réditos naturales Cristina Hoyos la elige para que le cantara en la película “Tarantos y Montoyas”, pero Antonia no se decide y rechaza la oferta. Y continuó cantando de forma intermitente apareciendo como artista profesional con sus particulares bulerías sin más acompañamiento que la guitarra y las palmas.

         La Negra es la cantaora elegida por bailaores y bailaoras cuando quieren representar la pureza, las raíces, la verdad desnuda del cante en aquellos espectáculos de esencia gitana como “Macama Jonda” con Enrique Morente en 1976. Y una de estas estrellas del baile es su paisana Manuela Carrasco, a la que ha acompañado en varias de sus giras. Por las características de su garganta que tanto se ha alabado formó en el grupo que participó en “El flamenco y el son cubano”, ciclo organizado por la Diputación el verano de 1996.

         Antonia La Negra no ha tenido una vida fácil, tal vez el cante la ha liberado y la libera de las sombras de los días aciagos. En el año 2010, el 12 de abril, se le dedicó un oportuno y merecido homenaje en el Teatro Lope de Vega, organizado por los hermanos Cadaval (Los Morancos de Triana), en el que participó un generoso plantel de artistas, entre los que estaban los miembros de su familia con Miguel Poveda, Niña Pastori, El Lebrijano y Moraito. En la Navidad del 2011 anunció las fiestas de Pascua con su familia en la “Primera Poleá Flamenca de Triana”. Añadimos que fue nombrada Trianera Adoptiva durante la Velá de Santa Ana de 2012. Este mismo año actúa, voz a voz, con su hija menor, Angelita Montoya, en el llamado Espacio Santa Clara y dentro del programa de la Bienal; la guitarra fue de Paco Iglesias.

      Antonia, una estrella que canta y baila como sus hijas, no pierde la oportunidad de unir su hermosa ranciedad a la madurez y frescura de ellas y su nieta, tres voces de la misma sangre, pero la suya tiene un matiz inalcanzable.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)"

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