martes, 29 de julio de 2014

EL DEDO DE RODRIGO


Pepa La Calzona


        Con el erróneo nombre de Pepa La Cartona, aparece en la taberna El Morapio para bailar un tango que le canta Manuel El Titi (“Rito y geografía del cante”, 1972), y hace un baile único, sensual, de misteriosas raíces trasatlánticas y tribales... Si quieres saber/ los pasos que doy/ vente pa Triana/ que a Triana voy,/ que a Triana voy...

         Tenía más de ochenta años cuando aparece bailando con “Triana Pura y Pura”. Josefa Filigrana Moreno, descendiente directo de los que nosotros tenemos por los Pelaos, mantenía un cierto vigor aunque su vista flaqueaba. Pepa estaba entre los inocentes condenados a la llamada diáspora (qué horror de palabra). Nació en la calle Diana, número, 2, en el umbral del Monte Pirolo. Su padre, Juan Filigrana, trabajó en una herrería y era diestro en el cante y los señoritos iban a buscarlo para sus fiestas; le decían El Calzones, “porque mi abuelo le ponía unos calzones y lo sentaba en los fuelles”. Su madre, Encarnación Moreno Flores, era nativa de la misma Cava de los gitanos. Pepa se casó muy joven y contra la voluntad de su padre con un gachó, Manuel Gómez Mora, y se fue a vivir a una casa de vecinos de la calle Evangelista, y allí nacieron sus tres hijos. Pero la felicidad le duró poco; fue una de las muchas viudas de guerra.

       La primera vez que bailó en público fue en El Guajiro. Pepa no se consideraba artista, pero el baile le salía del cuerpo y la necesidad obligaba; lo cierto es que las bulerías, sus rumbitas gitanas y los tangos que recreaba con su inspiración levantaban a la gente de los asientos. “Los gachós son como los gitanos –le dijo a Manolo Herrera en Sevilla Flamenca-. Que somos tos iguales; ahora que lo del cante los gitanitos lo llevamos mu adentro. Ahora que le digo una cosa, que hay gachós que tienen más gracia que los gitanos, y gachás también”. Pepa, llena de nostalgia, evocaba a su padre que le regalaba cuando era chiquitita y ella bailaba; su progenitor, que se desvivía por ella, le decía, esta amorosa seguiriya: Mi Amparo, la rosa,/ mi Pepa el clavé;/ y el espejito donde yo me miro/ mi Pepa lo es. Fue una de las componentes de la embajada trianera a la Cumbre Flamenca de Madrid de 1986 que se enfrentó a otra granadina.

        La Calzona, medio ciega, añoraba su barrio hasta llorar, era el drama de la mayoría de los viejos trianeros: “¡Que yo no quiero piso…! ¡Lo que yo quiero es volvé a Triana…!”. Pero de su Triana se había adueñado el dinero.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)"


jueves, 17 de julio de 2014

EL DEDO DE RODRIGO


Antonia La Negra


         Cuenta La Lole: “Mi madre cantaba desde chiquitilla; mi abuela la ponía a cantar en las ferias cuando yo tenía doce años. Mi tia Adina y mi madre introdujeron el árabe en el flamenco”. Antonia Rodríguez Moreno La Negra, hija de Joaquín y Luisa (del padre tomó el cante y de su madre el baile), nació en Orán, Argelia, en 1936; su progenitor, trianero y cantaor aficionado, era vendedor de telas y fue a instalarse en el país africano. “Mi padre -cuenta la extraordinaria cantaora-, mi único maestro, se levantaba muy temprano y ya estaba cantando hasta las diez de la mañana que se iba al mercado”. Cuando Antonia tenía quince años escuchó cantar a Pastora Pavón en Casablanca, curiosamente Juan Montoya actuaba con ella. Nunca estuvo de fiesta con artistas punteros, salvo una ocasión en que le cantó a Caracol. Y es en Casablanca donde se presentó ante el público en un teatro.

         Con dieciséis años los aires del cante le llevan a Triana donde contraerá matrimonio con su primo, el bailaor Juan Montoya viviendo, primero, en la calle Evangelista y, luego, en el Tardón. Resultado: seis niñas, todas cantan y bailan. De casada siempre se dedicó a su hogar, sólo cantaba en la intimidad familiar. Se dará a conocer cuando se forma el grupo “Familia Montoya”, a principios de los ochenta; su hija Lole le empuja a cantar y a convertirse en el alma del grupo demostrando poseer una de las voces más personales por su particular rajo gitano. Por estos réditos naturales Cristina Hoyos la elige para que le cantara en la película “Tarantos y Montoyas”, pero Antonia no se decide y rechaza la oferta. Y continuó cantando de forma intermitente apareciendo como artista profesional con sus particulares bulerías sin más acompañamiento que la guitarra y las palmas.

         La Negra es la cantaora elegida por bailaores y bailaoras cuando quieren representar la pureza, las raíces, la verdad desnuda del cante en aquellos espectáculos de esencia gitana como “Macama Jonda” con Enrique Morente en 1976. Y una de estas estrellas del baile es su paisana Manuela Carrasco, a la que ha acompañado en varias de sus giras. Por las características de su garganta que tanto se ha alabado formó en el grupo que participó en “El flamenco y el son cubano”, ciclo organizado por la Diputación el verano de 1996.

         Antonia La Negra no ha tenido una vida fácil, tal vez el cante la ha liberado y la libera de las sombras de los días aciagos. En el año 2010, el 12 de abril, se le dedicó un oportuno y merecido homenaje en el Teatro Lope de Vega, organizado por los hermanos Cadaval (Los Morancos de Triana), en el que participó un generoso plantel de artistas, entre los que estaban los miembros de su familia con Miguel Poveda, Niña Pastori, El Lebrijano y Moraito. En la Navidad del 2011 anunció las fiestas de Pascua con su familia en la “Primera Poleá Flamenca de Triana”. Añadimos que fue nombrada Trianera Adoptiva durante la Velá de Santa Ana de 2012. Este mismo año actúa, voz a voz, con su hija menor, Angelita Montoya, en el llamado Espacio Santa Clara y dentro del programa de la Bienal; la guitarra fue de Paco Iglesias.

      Antonia, una estrella que canta y baila como sus hijas, no pierde la oportunidad de unir su hermosa ranciedad a la madurez y frescura de ellas y su nieta, tres voces de la misma sangre, pero la suya tiene un matiz inalcanzable.

Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)"

sábado, 12 de julio de 2014

EL FAROL DE MARCHENA


TRIANA LA  OTRA ORILLA DEL FLAMENCO (1931-1970).


Muy cerca de los días señalaitos se producirá la presentación de esta segunda parte del trabajo que nuestro amigo Ángel Vela comenzó hace ya algunos años y que tuvo su primer fruto el mes de julio pasado. Muchas horas de trabajo, incontables entrevistas, cajones repletos de fotografías, algún que otro plantón y sobre todo un inmenso amor a Triana son los ingredientes principales  de este nuevo libro que se presentará el próximo  martes 15 de julio de 2014 a las 21 horas en el Hotel Ribera de Triana, en la plaza de Chapina.

En este blog hemos tenido la oportunidad de disfrutar, en primicia,  de algunos pasajes del nuevo libro que nos dará a conocer la historia flamenca del arrabal desde el año 1931 a 1970; ampliamente ilustrado y repleto de reseñas de artistas, lugares y hechos acaecidos desde el  inicio de la Segunda República  hasta las postrimería de la Dictadura Franquista.

Allí estaremos, dando muestras de afecto y cariño a este autor del que como trianero y amigo me siento orgulloso. Una vez más, gracias amigo Ángel porque tu obra servirá para que las generaciones futuras de trianeros sepan la verdadera historia de su Barrio.




José Luis Jiménez

sábado, 5 de julio de 2014

EL DEDO DE RODRIGO



Pastora la de El Pati


      Esposa de Antonio Vega Moreno, bailaor conocido como El Pati, su compañero hasta el último suspiro y al que tantas veces le cantó para el disfrute de ambos y también en fiestas organizadas. Pastora Cruz Moreno nació en 1923, hija de Manuel Cruz Flores y de Carmen Moreno, natural de Alcalá del Río. Su padre, nacido en Castilblanco de los Arroyos, era un hombre trabajador y listo que sabía leer y escribir y se dedicaba a traficar con el ganado cuando no hacía de calderero. Pero a Pastora la crió, desde los pocos meses de vida, su tía Esperanza, hermana de su madre, que vivía en Triana y que estaba casada con un hombre bueno que se dedicaba a la venta ambulante de tejidos. Este matrimonio tuvo un hijo cuando Pastora era una niña, Paco, el popular mudo de Santa Ana.

      Pastora conoció en la misma Cava a El Pati, un bailaor que alternaba sus actuaciones profesionales con labores distintas, se casaron el año 1944 en la iglesia de Santa Ana y cogieron habitación en el corral de la callecita de Cisne donde nacerían sus cuatro hijos. A Pastora le gusta cantar y bailar desde el fondo de su memoria, pero no fue artista de teatro hasta que llegó “Triana pura y pura”, ya curtida por la vida y hechos solera su cante y su baile. En la siguiente etapa del grupo, la comercial, actuó profesionalmente junto a su hijo Manuel demostrando lo que atesoraba. Y disfrutó de viajes y aplausos hasta en las discotecas por gracia del “probe Migué”. Y así hasta que el grupo languideció. Pastora fue pilar indiscutible de esta vieja Triana que asombró a toda España.

     Los malos vientos inmobiliarios y económicos la llevaron a Tomares con su marido y su camarada El Coco, después de intentar por todos los medios quedarse en Triana y vivir un tiempo en la calle Pureza y el Barrio León. Ya viuda -El Pati falleció en 1992- Pastora continuó viviendo en el cercano pueblo de Tomares con su hijo Nicolás hasta su reciente fallecimiento.


Ángel Vela Nieto. De "Triana, la otra orilla del flamenco (2)"
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