lunes, 31 de octubre de 2011

DOCE CAMPANADAS: CUMPLEAÑOS



A veces imagino esta red donde escribo como una noche oscura, quieta, de una existencia intangible, un espacio imposible donde palabras y fotografías vagan fantasmales por caminos que desconozco, como este rincón trianero, donde las luces esconden aún más la noche, pero una farola anónima se alza al frente como la primera vela de una dulce tarta de cumpleaños para marcar el tiempo que llevamos publicando artículos, un tiempo de luces y sombras, de encuentros sorprendentes, de visitas desconocidas que quedan registradas en una estadística fría, a lo mejor muchos llegan hasta aquí por casualidad y sin detenerse saltan a otra página para seguir tras lo que andan buscando, pero cuando algún otro  escribe un comentario todas mis frases adquieren sentido y se me abre el alma otra vez para sacar un poquito de lo que soy en estas páginas donde mis compañeros dejan plasmados sus recuerdos de corazón, sus quejas tras una actuaciones políticas poco gratas o por olvidos injustos que se repiten en el tiempo, sus anhelos por una Triana que crezca siempre orgullosa de su pasado.
Se entremezclan en este espacio mil opiniones diferentes porque la Triana que queremos no es una, ni exclusiva de unos cuantos, como nadie necesita que le dicten lo que debe sentir en semanasanta, escuchando una soleá o cuando se queda ensimismado mirando a la nada desde el puente, la Triana que tú reinventas con cada lectura son los sentimientos de mis compañeros de viaje, las vivencias de un barrio que tan fácilmente Ángel transforma en Historia, las tabernas donde nos cita José Luis, las imágenes que José Manuel y David nos van tatuando con sus miradas, los poemas que Antonio y Alberto dejan flotando por nuestro río camino del Monte Pirolo.
De la manita me trajeron hacia aquí Emilio y José Luis, agradecido estoy, y me animaron a escribir de Triana, de caras que reconozco por la calle, de casas que me hablan, Triana es esa invisible fuerza que continuamente nos va modelando, empeñada siempre en vestirnos con la desnudez de un torero, la fragua donde me acurruco los días de frío, rincones por los que paseo,  indeciso, empujado por la brisa amiga de tus comentarios, soñando siempre con la llegada de nuevos colaboradores para no sentirme tan solo delante de este monitor que calla, que dure esto mientras tú aguantes. Felicidades. 

Fotografía: David M. Nicaise.
Texto: Rafael Martín Holgado

sábado, 29 de octubre de 2011

VEO VEO: EL FAMOSO RODRIGO DE LOS REMEDIOS

Ayer quedé con un amigo al final de Pages del Corro, esquina con Rosario Vega, y me llevé la cámara para fotografiar a la pléyade de flamencas que encaramadas en las persianas colorean la antigua Cava de los gitanos. Cada vez me gustan más.


Esta vez voy por la acera soleada, han bajado las temperaturas, como casi siempre, de golpe, es cuando más me gusta pasear, en busca del sol, sentir el chaleco calentado en la espalda, como si llevara en una pequeña mochilita el buen tiempo guardado para cuando lleguen de verdad los días de lluvia y frío. Ya noto que en mi dedo baila el anillo de casado y los pies tienen más espacio en mis zapatos porque el frío encoge los cuerpos, me encuentro con mi amigo y le cuento los ajustes que el otoño está produciendo en mi esqueleto, me mira extrañado, “no te preocupes, que tu corazón no se achica”, le digo para animarlo porque anda últimamente tristón, está viviendo un amor a distancia y  esos son los que más se clavan, por eso duelen tanto, la ausencia hacer crecer el amor, pero a veces se nos puede escapar por la ventana. 


Seguimos en la esquina charlando y me señala un nuevo local de medicina privada que han abierto, Los Remedios, lo han bautizado, entro curioso y le pregunto a la recepcionista si sabe por qué se llama así, imagino que por el barrio me responde, eso he pensado yo también, le digo, pero es que estamos en Triana, bueno pero no sé quien le ha puesto el nombre termina diciéndome, después de todo un nombre tampoco tiene tanta importancia, lo malo es que hayan pensado que llamándolo así le dan más prestigio o seriedad al local , o quizás es que el frío le está afectando a nuestro barrio y se esté encogiendo también, porque el olvido es tan gélido como una cama vacía, igual ahora Rodrigo de Los Remedios se acerca al local médico y le colocan un implante dental en el dedo, quien sabe.  
   
Rafael Martín Holgado.

jueves, 27 de octubre de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: ESPERANZA LA DEL MAERA


Hace unos días me encontré en la farmacia de María Luisa Murillo, la hija del eterno don Aurelio, a Juanito, el yerno de Esperanza la del Maera, a quien estuvimos recordando cuando la hicimos protagonista, junto a la memoria de quien fuera el padre de sus hijos, el gran Manolo Maera. Con la calle Betis -su calle- de fondo argumental recorrimos, ya hace algún tiempo, la vida de ambos con fotos y palabras entrañables.
         Y caímos en que se han cumplido diez años de la muerte de una de las mujeres más alegres y apegadas a la vida que conocimos. La abuela famosa de “Triana Pura” nació paya en la Cava de los gitanos el año 1922 y se casó con un artista calé, hijo de un famoso matador de toros muerto muy joven. De niña asistió a clases de baile porque su innata alegría tiraba por ahí, pero hasta la deprimente década de los cuarenta no comienzan sus actuaciones en salas de fiestas. Concha Piquer la vio bailar y la contrató para la temporada de uno de sus espectáculos. De regreso a Sevilla se enrola en la compañía de Mari Paz para después, y en uno de sus viajes, conocer a Lola Flores con la que trabajará durante dos años.
         De  nuevo en su ciudad se coloca con La Malena que actuaba en el Casino de la Exposición, y conoce allí -transcurría 1944- al polifacético Manolo Maera, un artista con sangre taurina que cantaba y bailaba sobrado de duende. Tras el idilio y la boda, Esperanza se retira de los escenarios. Gustosa asumió el papel de ama de casa y fue feliz a pesar de las largas ausencia de su esposo. Pasados muchos años, viuda y varias veces abuela, volvió a ser artista por obra y gracia de otros viejos convocados por la Providencia (de nombre Gloria  Moreno) para legar a la historia del flamenco, con toda la verdad de su añeja gracia, y por si acaso se había olvidado, cómo se las gastaba metida en fiesta la vieja Cava de los Montes Pirolo y Marianillo. Y se une a ellos en el tablao del Altozano en noche de Santa Ana para, más tarde, convertirse en la insólita estrella del nuevo grupo “Triana Pura”, creado como un sucedáneo mercantilizado al calor del sorprendente éxito de aquella otra Triana, dos veces pura, que hizo prodigiosa aparición en el teatro Lope de Vega el día de Andalucía de 1983.
         Esperanza, como una viejita con voz de canción de cuentos, regó de simpatía toda España alcanzando una notable popularidad: ella con Pastora Cruz la del Pati, Encarnación Carrasco La Perla, Juan Manuel García El Coco, José Moreno El Herejía y el hermano de este último, Francisco Moreno Curro El Juto, conquistaron lo impensable: la modernez discotequera, donde el resucitado “probe migué” revolucionó a la juventud bailonga. El alud dorado de la fama le cayó a Esperanza encima y ella encantada como con un premio que se le debía... “La vida hay que aprovecharla que para dormir tenemos siglos”, decía a quienes no daban crédito a tanta lozanía con canas, tanta renqueante vitalidad y ganas de vivir... Con más de setenta años disfrutó de lo mejor de su vida artística que culminó, en 1999, con el nombramiento de “Trianero del Año” otorgado a su grupo, un sexteto extraído de las entrañas de otro tiempo. Aquella noche, en el escenario del colegio San Jacinto, estuvimos muy cerca de ellos y de Isabel Pantoja, otra de las galardonadas en la fiesta de la Patrona del barrio.
         Su transitar por la calle San Jacinto o entre los puestos de sus amigos de la plaza de abastos era un paseo triunfal, y tal si fuera una reina maga repartía besos y sonrisas. “¡Esperanza, hija, que guapa eres y que gracia tienes!, ¡Tú no te pierdas que te queremos mucho!”. Cosas así se escuchaban como si se temiera que de verla tanto en las televisiones un día se quedaría a vivir en una ellas. No había peligro, Triana era un imán imposible de esquivar. “Desde joven he viajado mucho, he estado en París, Londres, Roma e inclusive en Estambul y ningún sitio es comparable a Triana”, declaró en una de sus muchas entrevistas publicadas.
         Esperanza vivió una segunda juventud, una nueva e insospechada existencia, y la disfrutó porque nunca es tarde. A los pocos días de su fallecimiento una cadena local de televisión emitió un programa-homenaje a su memoria y pudimos entonces dedicarle unas palabras de agradecimiento porque ella era la Triana pura que siempre admiramos en nuestros mayores.    
  
Ángel Vela Nieto


domingo, 23 de octubre de 2011

DOCE CAMPANADAS: ADOQUINES


Cuando se comenzaron a pavimentar las calles de Sevilla, la primera fue la antigua Calle de la Mar (hoy García de Vinuesa) poco antes de la conquista de América, se utilizaron ladrillos puestos de canto, pero resistían bien poco el paso de las carretas y las calles se convertían tras las lluvias en un lodazal del que con dificultad se salía sin hocicar. Antes de la llegada del asfalto los adoquines cubrían los caminos, pero se fueron sustituyendo por incómodos y por ser poco modernos, las carreteras embadurnadas de negro servían de alfombra mágica para los seiscientos. Pero los tiempos cambian y como el tranvía o la bicicleta, vuelve el adoquín, se revaloriza como elemento paisajístico, no hay nada mejor para representar lo antiguo que la roca desnuda.
Para algunos un atraso que martiriza los pies, para otros templa los pasos por los caminos del arte.
En la noche los viejos adoquines reflejan como un mar la amarillenta luz de las farolas, sin nadie más, sin calle que vestir, se extienden ordenadamente para cubrir todo el espacio, adoquines, sólo adoquines.

Fotografía: David M. Nicaise.
Texto: Rafael Martín Holgado

jueves, 20 de octubre de 2011

DOCE CAMPANADAS: A PIERNA SUELTA



Quienes viven tirados en la calle me han atraído desde niño, recuerdo uno que le llamaban Sanlúcar, era simpático y le saludaba siempre que lE veía, no se le notaba que estuviera muy borracho. Le preguntaba a menudo a mi abuela por qué vivía así. ¿Sería yo capaz de buscarme la vida cada día como él?, ¿resulta fácil vivir así?, ¿tantas fuerzas da, despertarse y sentir que uno sigue vivo? Desapareció un buen día, pero pronto otro le había sustituido, el Nini, bastante más violento, al que puteábamos con la crueldad de los jóvenes. Siguen hoy unos cuantos por el barrio y cada uno tiene su propio estilo, hay quien permanece sentado en un portal mientras pasa el día, otro se afana en mantener limpia su casa de cartón bajo los soportarles de un supermercado, incluso alguno se esconde para que no lo vean tirado por ahí, de noche, mientras parece llevar una vida normal de día. Pero la séptima campanada es siempre la del dolor, y la mujer fotografiada duerme en un escorzo imposible para meterer en ese diminuto espacio del portal, descansando desde hace tiempo entre los fríos mármoles.

Fotografía: David M. Nicaise.
Texto: Rafael Martín Holgado

martes, 18 de octubre de 2011

A TRIANA POR LUIS MONTOTO


Dejamos a Luis Montoto, como amigo de Demófilo y colaborador de la Revista Folklore y aunque desempeñó importantes cargos, como concejal, miembro del Ateneo y secretario de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla, de él no queda más imagen en Sevilla que una gran avenida, allí donde bajo una cruz la cebada se transforma en elixir, más pallá del campo de los sueños, sin embargo Luis Montoto fue sobretodo un escritor, novelas, poemas, obras de teatro y muchos estudios de la ciudad avalan su condición.

Hay dos cantares eternos
Que canta la humanidad:
Uno el cantar del querer;
El otro, el del olvidar

De marzo de 1882 a febrero de 1883 se publica mensualmente la revista El Folk-lore Andaluz, en ella Luis Montoto escribe una serie dedicada a los corrales, en la que podemos descubrir las condiciones en las que vivían muchas de las familias en TRiana porque a finales del siglo XIX, uno de cada tres trianeros vive en un corral o en una casa de vecinos:

“La vida en el corral empieza a la primera luz del alba. Al cantar los gallos prisioneros en jaula de cañas, alcahaz, los vecinos se ponen en movimiento, apercibiéndose para el trabajo; porque todos los moradores del corral, salvas rarísimas excepciones, son trabajadores: albañiles, herreros, carpinteros, tejedores, zapateros, blanqueadores, carreros, etc; y lavanderas, planchadoras, costureras, que cosen de hombre y de mujer, esto es, que lo mismo pespuntean unos calzones, que ponen faralaes a una enagua…”

“Yo conozco familias compuestas de ocho o diez individuos, entre padres, hijos y otros parientes, que habitan en una sala, cuya cabida es de nueve varas de largo por cuatro y tres cuartas de ancho (mido como mide el pueblo andaluz) ¿Cómo vivís aquí- les he preguntado, sin respirar aires puros, sin tener espacio en que moveros, atropellándoos, aspirando el humo del carbón, que asfixía, respirando esta atmósfera mefítica, que envenena, iniciando a los niños en misterios cuyo esclarecimiento marchita las flores de la virginidad?
-¡Qué quiere usted!- me han contestado- vivimos aquí como Dios nos da a entender. No todos podemos pagar una casa. ¡Pues si es viviendo así y no nos alcanza el jornal!... ¿Qué como vivimos?... viviendo.”

Se quiere Luis Montoto acercar al pueblo, conocer como se desenvuelve en su vivir diario, utiliza la misma forma de medir, una vara que se corresponden a unos ochenta y tres centímetros, sin embargo es incapaz de comprender como viven todos apiñados en una habitación de poco más de veinte metros cuadrados. Pero su preocupación más grande son los niños:

“Estos, casi abandonados niños, corren y saltan de aquí para allá, sin zapatos ni medias, y cubiertos hasta cierto punto por astrosa ropilla; se burlan de los fríos del invierno y de los calores del verano; se revuelcan por los charcos en las mañanas crudas de diciembre y enero, y reciben de plano los rayos del sol en las caliginosas tardes de julio y agosto; y ¡cosa rara! Están tan sanos y colorados que da gusto verlos. Las pobres madres ¡harto hacen con atender a los que están en mantillas y a los que todavía andan a gatas, cuando no hay una vecina caritativa y desocupada que se encarga de los niños mientras la madre lava o plancha! Y cuando las madres trabajan fuera del corral, ¿se han de quedar encerrados los niños en las salas, como prisioneros en sus oscuros calabozos? “Al patio o a la calle,a volar por ahí, y dejadme el alma quieta”, dicen por la mañana las madres  sus hijos; y estos, contentos como unas pascuas, comiendo un mendrugo de pan, que para ellos es una golosina, salen como bandadas de pájaros que dejan sus nidos apenas el sol alumbra, para volar por esos mundos de dios. Unos se quedan en el corral; pero los más se dispersan por calles y plazuelas, y todos pasan el día diableando. Padres hay que, cuidadosos de la educación de sus hijos, los encaminan, casi desde el momento que saltan de la cuna, por la senda del trabajo; y no faltan madres que ponen a sus hijos en la miga y se cuidan muy mucho que los mayores vayan a la escuela y no hagan rabona. Se llama miga al local donde por un o dos cuartos al día son admitidos los niños de uno y otro sexo, más que con el propósito de educarlos y despertar su inteligencia, al efecto de cuidar de ellos durante las seis o siete horas en que sus madres están aplicadas al trabajo”.

Antiguo Corral de la Encarnación

Pero todo ha cambiado tanto en cien años…, los niños dejaron de ser invisibles, esos pequeños seres que de nada servían hasta que a los pocos años comenzaban a trabajar, curiosamente han pasado de ser un estorbo para las madres a estar tan mimados y protegidos, que alimentados por su egoísmo, son capaces de maltratar a sus padres como auténticos verdugos y respaldados en sus derechos se pasan los días, ya en la veintena muchos de ellos, diableando con sus motos o coches, sus cigarritos y sus litronas, y los corrales se nos presentan como apartamentos de lujo con un patio limpio y silencioso, un pequeño paraíso verde protegido por unas cancelas siempre cerradas.

De los pocos corrales que se mantienen en pie, me quedo con uno que hay en la calle Alfarería, 32, La Cerca Hermosa, donde nos adentraremos en otro momento.

Rafael Martín Holgado.

sábado, 15 de octubre de 2011

DOCE CAMPANADAS: LA TAPIA PERDIDA


Apareció esta parcela junto al nuevo centro de salud que está en la carretera de Huelva y, tras la expo de los sueños, en un espacio inmejorable, frente a Puerta Triana, de cara a la cartuja, futura sede de una comisaría de policía escuché hace tiempo, pero ahí sigue, terreno baldío, desaprovechado, y se nos presenta en esta fotografía como un muro empapelado, animado esta vez de los colores de la música, tapia que nos muestra anuncios ya pasados en amarillentos y raídos carteles, pared que lejos de la luz del flash es consumida por la noche, no apetece seguir caminando hacia esa oscuridad que es el olvido.

Fotografía: David M. Nicaise.
Texto: Rafael Martín Holgado

jueves, 13 de octubre de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: LA TRIANA DE RAMONCITO


         Ramoncito, con dos años y tres meses de trianero, ya tiene como suyo el puente, desde que en el lateral de una cervecería de la nueva Ronda   colocaron un gran mural panorámico con la imagen del paso isabelino. “Ponte de Tiana”, me aclara siempre que lo vemos. Y el otro día lo subí por primera vez en un autobús municipal y la formó cuando el de verdad apareció ante su vista. Ahora se ha aficionado, y ya tengo que reservar casi a diario el coste del billete, sólo un billete, porque le damos la vuelta completa a la línea. Una hora contándole a todo el mundo lo que va viendo: “Todde de dodo, la jaca (a la estatua del Cid), ota fonte, ota iguesia (para él todo los grandes edificios son iglesias) y exclama en seguida:¡tan, tan, tan...!”. Viajar con él es una delicia porque en verdad alegra el trayecto y la gente sonríe, cosa tan rara en este tiempo.
         De unos días atrás, hemos estado viendo, nada más salir del portal, a toda una familia gitana, desde la abuela al bebé; pobre gente que no sabe donde meterse. Y entre los niños, un morenillo de cuatro o cinco años al que Ramoncito solía acercarse para ver de cerca un cachorrillo de perro con el que jugaba y “cambiar impresiones” con él. Hicieron amistad, esa amista exprés y de verdad de los niños, y hasta fueron junto al inmediato parque infantil alguna vez. Una tarde, el padre salió corriendo detrás nuestra porque pensaría que lo íbamos a raptar; la mujer, tan agobiada, dándole el biberón al pequeño, no le advirtió. Así que cada vez que yo salía solo, el pobre chiquillo, tirado en la calle todo el día, me preguntaba con inocente tristeza: “¿Y el niño...?”. La otra mañana ya no lo vimos bajo los soportales y, claro, Ramoncito le echó de menos: “Se ha ido a su casa con su papá y su mamá”, le dije... ¿Por dónde andará con su juguete vivo el amigo de Ramoncito?
         La verdad es que está haciendo interesantes amistades últimamente. La más reciente es una niña de seis años, Ana se llama; delgadita, con gafas de lista y un pañuelo de vivos colores colocado amorosamente sobre su cabecita... Ana es su milagrosa compañía y se reparten cada mañana todo el parque. Le acompaña una de sus abuelas, mujer seca de carnes y no sé si de lágrimas, de acento forastero y de palabra dulce. Adora a su nietecita, como es lógico, y me cuenta que Ana ya está en el camino de ponerse buena y de volver al colegio. Ramoncito, siguiendo con su costumbre, toma la iniciativa cogiéndola de la mano y llevándola, corriendo, de una punta a otra del recinto, mientras ella ríe mirando a su abuela como diciéndole: “¿Qué hago con el monillo este...? Me impresionó que la primera vez que la vimos, dirigiéndose a mi y alzando los brazos, exclamó con euforia ensayada: “¡Yo pa´ rriba, siempre...! Ramoncito está encantado con Ana, aunque algunos días no la vea y tengamos que retirarnos con aire de derrotados hasta nuestra Ronda.
         Ahora vamos mucho a visitar al Cachorro. Como tiene la lección bien aprendida ya entra en la iglesia cruzándose la boquita con uno de sus dedos y soplando: “phssssssss” (silencio). Nos acercamos al Cristo, pero él siempre tira para la Virgen. El otro día mandó callar a una pareja de forasteros que entraron haciéndose notar, quizás por distracción... pues casi los tenemos que llevar a casa, porque quedaron prendados del celoso capillé que los mandó a callar... phsssss... Acababan de llegar a Sevilla, eran asturianos de Gijón y, rápidamente, les preparamos una ruta turística por Triana. Además, Ramoncito les recordaba al nieto que quedó por allí.
         Son algunas de las nuevas amistades de este minúsculo trianero que cada día descubre algo nuevo de su barrio y de su ciudad.   

 Ángel Vela Nieto

miércoles, 12 de octubre de 2011

VEO VEO: MAÑANA DE FIESTA


Un viento suave, pero juguetón se ha empeñado en barrer las calles y en algunos rincones se acumulan papeles sin importancia, las bolsas de pañuelos de quienes se han adelantado a los fríos, las tiesas hojas de los plátanos, color de otoño, y otras hojas, moradas, de las buganvillas. Es temprano, pero ya hay bastante gente en la calle, los que vienen o van a desayunar, algunas familiasque van de visita, quienes han salido un momento por el pan o el periódico y los que practican la nueva religión de los fines de semana y días de fiesta, los deportistas, con su atuendo tan característico, en bicicleta algunos por esos espcios que tanto han solicitado, corriendo los más osados, por la ruta del colesterol quienes creen que el andar matutino les fortalece el corazón y empuja venas abajo los grasientos restos de un chorizo picante, del pescaíto frito de anoche, siempre purgando por los pecados cometidos, pero la maña está divina para el paseo, antes que el demoledor sol se adueñe de todo el espacio, como siempre acabo junto al río.


    
TRiana debe vivir más su río, ese bicho tan temido que hace años se abalanzaba casas adentro para dejar sus fangos bajo los muebles cada dos o tres temporadas, se ha convertido en un mágico espejo, donde hoy se miran felices quienes se acercan a su verita, los pacientes pescadores, caña en mano, silencio en la boca, mirada perdida, pensamientos que se arremolinan entre los anzuelos, y los que se pasean en bote por sus aguas, fuerza de brazos contra una marea que viene de muy lejos, aún recuerdo y echo de menos los buenos momentos que pasé un verano que hice un cursillo de piragua, mirando a TRiana desde el agua, pasando por debajo del puente feliz, como el niño que aprende a montar en bicicleta, sólo quien conoce ama, sólo quien ama conserva.     

Rafael Martín Holgado.

lunes, 10 de octubre de 2011

DOCE CAMPANADAS: ¿PROHIBIDO?


De sopetón, tan cerca, un rojo que se nos clava, como a casi todos los mamíferos y aves, el color que mejor apreciamos, más vivo aún en la noche, escudo metálico que nos grita: ¡PROHIBIDO!, sin palabras, con un recuadro en blanco, pero aquí está deformado, descentrado, tan cerca, que lo mejor es desviarse para no chocar con él.

Fotografía: David M. Nicaise.
Texto: Rafael Martín Holgado

domingo, 9 de octubre de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: LUIS CABALLERO



El próximo martes, día 11, será sin ninguna duda un día emocionante, porque la V Jornada Universitaria (“Flamenco y Universidad”) estará dedicada a Luis Caballero Polo. El programa lo compone un documental, una mesa redonda y un recital-recuerdo. Completo y atrayente, como vemos.
         Para el que firma será un gozo y una enorme responsabilidad  participar en este homenaje, pero siento que ocupo un puesto que le correspondería a otros amigos que estuvieron cerca de esta extraordinaria personalidad del cante mucho más tiempo que yo y más estrechamente. Si repasamos los libros del maestro Luis Caballero están llenos de Emilio Jiménez Díaz; sé de la importancia de Emilio en la vida de Luis. Hecho de menos, además, a Manolo Herrera Rodas y a Caty León, ellos también conocieron muy profundamente a quien debería llevar el título de Excelentísimo Señor si se otorgara por los méritos contraídos en la vida. Pero estarán dos de sus grandes amigos: Antonio Reina y Manuel Cerrejón y con ellos y López Mohíño aportaré lo que pueda.
         Ando en estos días acompañado de los libros de Luis, porque he de confesar que de un personajes con tantas virtudes distintas me interesa sobremanera su vertiente literaria, su calidad de escritor y, a través de ella, su apasionante vida. No puede ser de otra manera, porque además no me encuentro facultado para hablar del cantaor que, puede decirse, es su  imagen principal, lo que a él lo ha hecho feliz. Mi idea de refrescar el recuerdo de su magistral autobiografía, y mi intención de repasar -sólo repasar- lo que considero su obra maestra quedó desvanecida en el primer párrafo. Es imposible saltarse una palabra con las que nos cuenta el sacrificio de su juventud. No puede describirse mejor situaciones que por extremas se hacen inenarrables. Así que su “Luis Caballero visto por Luis Caballero” me ha vuelto a tener enganchado y admirado.
         Si he tenido la fortuna de conocer a alguien impresionante ese ser ha sido el caballero del cante nacido en Aznalcóllar. Lo primero que impresionaba era su físico que atraía, iluminado, como el de un mesías. He contemplado con curiosidad las antiguas fotos de Luis Caballero, cómo era de joven, y a pesar de su sonrisa, limpia rúbrica triunfal del martirio que el destino le tenía reservado, he llegado a la conclusión de que ese mismo destino le pagó, al menos, parte de lo que le debía, cuando a Luis se le platearon las sienes. Era la señal; ahí estaba el maestro del cante y de la vida, el filósofo profundo de la ciencia flamenca, el repartidor de palabras felices, el bienhechor de la caridad del cante; ahí estaba el Petronio (patricio romano más que lord inglés) que todos queremos tener como amigo.
         Pues este acercamiento me ha llevado a algo que nos une a los dos: su colaboración en “Triana Universal”, título que puse en marcha para una empresa de periódicos gratuitos el mismo año 2000. Le pedí que nos contara, en exclusiva y a modo de serial, la apasionante historia del cautiverio, su particular guerra civil. El título sería “La Vida”, y ahí quedó lo que podría haber sido la mejor novela o el guión de la película más estremecedora y real sobre aquella bárbara confrontación. No se trataba de copiar lo escrito en su celebrada autobiografía, sino de volver, diez años después, sobre sus recuerdos pensando en que serían otros los receptores y otro el medio. Una maravilla de relato, impresionante como todo Luis Caballero.
         Estaremos allí el martes (Fundación Cruzcampo, a las 19´30 horas), principalmente, para disfrutar de lo hermoso que se diga, que será mucho. 



Ángel Vela Nieto 


sábado, 8 de octubre de 2011

DIÁLOGOS CON TRIANA: EL PUENTE



Se levanta sobre el Río, y se mira en el espejo. En la dormida mañana, el silencio se hace el dueño. Flota al igual que una nube, y se refleja en el agua. Por los ojos de su vientre negros vencejos se lanzan, como aéreos modistillos, que imaginario hilo ensartan. Una araña de tres brazos, cautiva por una magia. Un corcel de hierro y plomo que en la dársena cabalga, mientras del cielo temprano, cuelgan gajos de naranja.

- Porque así lo quiso Dios, tienes nombre trianero, y la Luna te ilumina, cuando te ve desde el cielo. Y me pareces de plata. Y de seda. Y de nácar. Y si el Sol, lleno de celos, sale rozando tu lomo, con tu calada elegancia, eres de bronce y de oro. Van y vienen por tu espalda, gente entre dos orillas, porque eres tú la alianza entre Triana y Sevilla. Luces como una sortija, y otra se alza en tu margen, joyero de marinera, que es la Capilla del Carmen.

- De mil historias he sido, testigo sin pretender. Historias de amor y de odio, de honor, de sangre y de fe. Historias que se han escrito, o que el olvido llevó, que con candados sellaron, o que nadie las contó.

- Por ti pasaron, soñando, montones de torerillos. Con las venas llenas de arte, y vacíos los bolsillos. Pero con una esperanza, triunfar en el Baratillo. En Triana ya esperaban, aficionados y amigos. Ellos volvieron, toreros, o llorando como niños.

- Relucen con Santiago mis faroles y barandas, y hasta de hojas de estrellas me hago brillantes guirnaldas. Esas tardes de verano, en que el Río me refresca. Se arremolina a mis pies, y me salpica, y me besa. Esas tardes que me alegra. Esas tardes que me canta. Cuando fríen los buñuelos, cuando cogen la cucaña.

- Custodio de cien anillos, no hay en el mundo otro igual. De Triana a ti te llaman, ese es tu nombre cabal.


                                                                                  Alberto Fdez. Cachero Merino

miércoles, 5 de octubre de 2011

EL PADRE DE LOS MACHADO Y DEL FOLK-LORE ANDALUZ

Paseando por la calle Pureza nos encontramos con la siguiente placa:


Dicen de Antonio Machado Álvarez que fue desaliñado y exageradamente despistado, hasta el punto de resfriarse por salir poco vestido en pleno invierno, ya que no se había dado cuenta de que había terminado el buen tiempo, pero fue también un hombre muy inquieto culturalmente. Funda varios periódicos y revistas como La Juventud, mientras cursaba sus estudios de Filosofía y Letras en la universidad hispalense, y Un obrero de la civilización tras su marcha a Madrid. Más tarde publica sus primeros artículos de literatura popular en La Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias. De vuelta a Sevilla trabaja como profesor universitario para después abrir un bufete de abogados, mientras que continúa con la recolección y estudio de las coplas. Casado con una joven trianera, Ana Ruiz, cuyo encuentro ya contamos en otra entrada, van naciendo sus hijos mientras sigue escribiendo artículos muy variados, en 1881 publica la Colección de cantes flamencos, primer estudio serio que se hace de este género musical y crea dos sociedades, El Folk-lore Español y a continuación El Folk-lore Andaluz, con el objeto de recopilar y reconocer las tradiciones populares.

En er barrio de Triana,
er que no sabe cantá,
sabe tocá bien las parmas

No deja de colaborar en diferentes periódicos y revistas y en 1884, otra vez en Madrid, comienza a dirigir la Biblioteca de Tradiciones Populares, donde se recoge todo el material aportado por los folkloristas de las diferentes regiones. Sin embargo, dos años más tarde este boom sobre los estudios populares comienza a desinflarse, entonces se dedica a traducir un libro sobre antropología y otro de medicina, pero le acecha tanto la penuria económica que se ve obligado a aceptar un puesto de registrador de la propiedad en Puerto Rico, pero nada más llegar enferma y regresa a España.



Cuenta Luis Montoto que

“vino a morir entre los suyos, y por designio providencial sintió su espíritu en el barrio de sus ensoñaciones, en la clásica tierra de su amor, albergue de alfareros y de hombres de mar, campote sus estudios folklóricos, cantera de que extrajo muchos y preciosos materiales para el estudio del saber popular”.

Este autor y amigo de Demófilo también colaboró en la revista del Folk-lore Andaluz como podremos leer más adelante.

Rafael Martín Holgado.

martes, 4 de octubre de 2011

Los Festivales Flamencos de Triana (I)


Han pasado  más de 33 años desde que se celebrara el primer “Festival de Cante de Triana  Pasando el Puente”. La imagen que encabeza esta entrada fue tomada por Emilio Jiménez Díaz, precursor junto con Chiquetete de la idea de este Festival, y muestra el Paseo de la O a través del barandal del Puente.

Aunque estaba anunciado para el día 30 de junio de 1978, no pudo celebrarse dicho día a causa de las fuertes lluvias ocurridas y  terminó celebrándose el 21 de julio. El primer cartel contó con la participación de los siguientes cantaores: Fosforito, Camarón, El Chozas, Turronero, Pepe Triana, Chocolate, La Susi, Chiquetete, Rancapino, A. Chacón, Romerito de Jerez, Peregil , Márquez el Zapatero, Fernanda de Utrera,  El Lele. Al baile estuvieron Manuela Carrasco y Farruco; como guitarristas actuaron El Poeta, Tomatito, Rafael Mendiola, Joaquín Amador, José Camacho y Paco Cepero.
Amplísimo y espectacular el primer cartel que pudieron disfrutar los asistentes al abarrotado Cine Avenida de Verano.


Al año siguiente, con un bello y muy trianero cartel  de Juan Valdés, ocurrió un nuevo éxito del Festival; esta vez:  El Lebrijano, Juanito Villar, Camarón y Fosforito, entre otros cantaores; a la guitarra Paco Cepero, Manolo Domínguez, Enrique Melchor, Ricardo Miño y Tomatito; al baile Pepa Montes, La Tati y Dolores Montoya. Con tan sólo dos años de vida el festival trianero había alcanzado altísimas cotas de popularidad y una gran solera. En la cuna del Flamenco estábamos disfrutando de un evento flamenco de suma importancia.


José Luis Jiménez



lunes, 3 de octubre de 2011

DOCE CAMPANADAS: EL SUELO HABITADO


Los nuevos bloques que han crecido, en parte, sobre el solar del cine avenida están dispuestos para crear una placita y varios recovecos bajo soportales, que se cierran con una herrería con cierto toque mudéjar, que se entrelaza como los dibujos geométricos de muchos azulejos, pero este detalle no basta para darle un mínmo de identidad sevillana a la construcción.
Antes de que se cerraran los soportales, una noche calurosa, aparece uno habitado, no parece el piso piloto, pero con esta crisis, quien sabe hasta donde nos van a exprimir.
En el cubículo amarillo con luz de hospital un hombre se ha hecho cobijo: la mochila por almohada, los botines bien puestos en la cabecera, el cordel que sujeta el pantalón con nudos nazarenos, la botella de agua detrás, los restos del último cigarrillo junto al mechero y la manta reliada en torno al cuerpo, no hace frío, pero probablemente sea un sustituto del inexistente calor humano, aparece tan lejano, en ese suelo que se alarga, tan pequeño en ese espacio tan vacío, con el ruido de la máquina fotográfica se ha desvelado un momento, ha hablado, pero no se sabe lo que ha dicho, cierra de nuevo los ojos, seguro que todavía es capaz de soñar.

Fotografía: David M. Nicaise.
Texto: Rafael Martín Holgado

domingo, 2 de octubre de 2011

EL DEDO DE RODRIGO: EL MIMBRE


Se han cumplido diez años del fallecimiento de Manuel Corrales El Mimbre, y si no recordamos en estas circunstancias a quienes fueron grandes artistas y grandes trianeros cuándo lo vamos a hacer... Como miembro del club más entusiasta, el que agrupa y hermana a los que, de pronto, tenemos por delante el apéndice de vida, me entristece el olvido al que estamos condenados después de ser noticia, al lado de extraños compañeros, en una esquela de ABC que paga el seguro de defunción. Y si esto le ocurre a los que fueron famosos qué espesa negrura nos espera a los del común...
         Pues eso, que un triste día de junio del 2001 nos dejó uno de los más diestros bailaores que ha dado este barrio, cuna, escuela -también escenario callejero y tabernario- de inmensos artífices del baile, entre los que están sus hermanas y su cuñado,  Matilde, Pepa y Rafael. El  despiadado enemigo que se lo llevó lo hizo cuando, liberado de una profunda crisis existencial y reconocido -al fin- por la crítica en toda la dimensión de su calidad artística, hacía planes de retirada: “Pondré una tienda de perfumería o algo así y compraré una casita frente al mar y escucharé música clásica...”. Tuvimos la fortuna de hacerle una entrevista -quizás la última- en un medio de comunicación (Triana Universal), lo que nos dio la oportunidad de conocer al ser humano, al hombre sensible, profundo y solitario que se emocionaba repasando algunos capítulos de su vida.
         El Mimbre nació en la plaza de Chapina en 1948, y el niño de la Rubia bailaba en el recreo del colegio mientras sus amiguillos pateaban una pelota. Un día le dijo a su hermana Matilde que quería ser artista y ésta le apretó las clavijas de la responsabilidad, y para que se fuera haciendo una idea se lo llevó al tablao El Guajiro y lo soltó en el complicado mundo al que quería pertenecer. Y sin pensárselo demasiado, y aún adolescente, saltó al escenario inicial de su carrera como profesional aprobando con nota de asombro su ingreso. Con dieciseis años gana el prestigioso Premio Nacional de Córdoba. Luego, Enrique El Cojo lo apadrina ante Manuela Vargas y se inicia en las rutas de los teatros sin límites de fronteras. Premios y reconocimientos en el extranjero, larga y fructífera estancia en México para él inolvidable; allí se relacionó con sus paisanos de barrio Cagancho, Chiquito de Triana y Carmen Florido que lo acercaron a gente como Cantinflas o Jorge Mistral. Repetiría el salto oceánico para, en Argentina, disfrutar de un idilio fugaz con una muchacha a la que nunca olvidaría. Pero no sólo dejó por allí buenos recuerdos, también dejó un hijo, fruto de la historia pasional que referimos y al que sólo vio un día durante la Expo de 1992...
         El Mimbre estuvo en ruta con Lola Flores, supo del trabajo en los tablaos, en los prestigiosos Festivales de España, en la Bienal de su ciudad, enseñó a bailar sevillanas en páginas de ABC y sufrió un accidente de moto del que tardó en recuperarse y que le causó un desánimo profundo; su mente se convirtió en un peligroso enemigo que le hizo pensar en su vida como un fracaso. Pilar López le ayudará a rehacerse implicándole en una coreografía hasta conseguir volver a ser dueño de su existencia, que en lo profesional tuvo el culmen del reconocimiento general tras su exitosa y explosiva actuación en el Festival del Baile de Jerez... “Andaba yo buscando un bailaor que cumpliera con el decálogo de Vicente Pastor, y hete aquí que me lo acabo de topar, un bailaor al que llaman el Mimbre” (Juan de la Plata en página de un periódico jerezano).
         Desde su ático de la Ronda de Triana, paseaba por el barrio con esporádicas paradas en la taberna El Altozano, de José Lérida. Una tarde participamos, junto al crítico Manolo Bohórquez, en un homenaje que se le tributó en la Buhaira, ya luchaba para soltarse de los brazos terribles que trataban de atenazarlo; fue la última vez que lo vimos bailar y lo hizo al abrigo del cante de su más cálido amigo en el flamenco, Curro Fernández.
         “... Mi hermano Manuel era la elegancia personificada bailando, y por sevillanas era mi mejor pareja. No podía bailarse mejor en hombre y no podía hacerse con más arte” (Matilde Coral). Diez años sin El Mimbre. Triana aún se duele hondamente de aquel pellizco en su alma.


Ángel Vela Nieto


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